Diana:
O Artemisa, para los helénicos.
Melliza de Apolo, hija de Zeus y Leto. Nació en la isla flotante de Ortigia (Delos), dado que Hera, celosa, le prohibió dar a luz en tierra firme. Tras nueve días retrasando su parto, los dioses se compadecieron y nació Diana, para que ayudara a su madre en el parto de su hermano. Por esa razón es considerada, entre otras cuestiones, como la diosa y protectora de los alumbramientos.
También es la diosa de la caza, de los animales, y se la asocia a la titánida Selene, la luna, diosa de la noche, en contraposición a su hermano Apolo, dios del Sol. Su culto como guardiana de los partos sustituyó al de Ilitía, su predecesora, hija de Hera y Zeus y, por consecuente, medio hermana suya. Sus atributos más destacados son el arco, las flechas, la media luna, el ciervo, dado que siete con cuernos plateados tiraban de su carro, y el perro de caza, puesto que Pan le regaló trece.
Siempre iba acompañada por ninfas que, al igual que ella, mantenían intacta su virginidad. Uno de sus mitos más conocidos narra cómo Acteón fue transformado en venado cuando ella le lanzó agua de una charca del valle Gargalia por espiarla mientras se bañaba con sus veinte doncellas. Fue asesinado por sus propios perros de caza mientras sus amigos veían, sin darse cuenta, cómo el príncipe de Tebas se desangraba.
Es una pena que esta escultura haya perdido el brazo derecho, que debía mantener en una posición alzada. Por sus características estilísticas, el movimiento de sus ropajes, apostaría a que se trata de una escultura perteneciente al romanticismo. No se sabe nada de su autor, pero resulta muy pertinente que fuera ubicada en el parque del Retiro a mediados del siglo XVIII, cuando aún era coto de caza real.
Nota: Para conocer en profundidad la mitología romana (aunque en esta entrada me he referido a los personajes con su nombre griego, por una mayor familiaridad), una de las fuentes más fáciles y recurrentes son las Metamorfosis de Ovidio, que recomiendo a todo aquel que esté interesado en el tema.
El ángel caído:
El Ángel Caído, Luzbel, Belial, Lucifer, Belcebú, Satanás, Azazel, Astaroth… El diablo, en definitiva. Muchos son sus nombres y las formas de referirse a él, incluso, según la demonología, algunos de estos nombres no harían referencia directa al ángel caído, sino a subordinados suyos de primer orden. Es muy interesante, también, el origen etimológico de sus nombres y sus “equiparaciones” o “precedentes” históricos presentes en otras religiones, como bien podría ser Baal Zabub, literalmente, “el señor de las moscas”, un dios cananeo cuyos templos estaban siempre repletos de estos insectos zumbadores.
Es una de las tres únicas esculturas que hay en el mundo, junto con la del Rockefeller Certer de Nueva York y el monumento al Traforo del Trejus de Turín, en las que se representa, como motivo principal, al demonio.
La escultura en sí, de bronce, fue realizada por Ricardo Bellver a finales del s.XIX, y es considerada, por tanto, parte de la escultura del movimiento realista en España. Sin embargo, el barroco constituye una de sus mayores influencias por la expresividad y dramatismo de esta pieza. Resulta magnífico ver cómo la serpiente atrapa a Luzbel y le ancla a la tierra, al tronco roto de un árbol, cargándolo de un fortísimo simbolismo. Se ha llegado hasta a decir que bien podría haber sido una obra del siglo XVII en Roma, por las diagonales y la apertura de su composición, hacen eco de la maestría de Bernini. De hecho, hasta se la ha llegado a comparar con el famoso Laocoonte quien, haciendo una analogía mal y pronto, podría decirse atentó contra la figura de un dios, de la diosa Atenea, al pedirle a Príamo que quemara el caballo de madera que les regalaron los griegos en la guerra de Troya.
Volviendo a la figura principal del análisis, el diablo, resultan muy interesantes las herejías que suscita:
- Entre ellas están los cultos satánicos, contra los cuales destaca por ser de los primeros el Malleus Maleficarum, “El azote de las Brujas”, uno de los libros más importantes y destacados para con la caza de brujas que se llevó a cabo en el siglo XVII. Este tratado demostraba la existencia de la hechicería, las prácticas más habituales de los seguidores del diablo, cómo prevenirlas y remediarlas, y la sentencia que se debería aplicar a estos crímenes contra Dios. Cabe mencionar como hecho la similitud que guardan las descripciones de las prácticas de los aquelarres de brujas con las bacanales de las religiones paganas. Resulta razonable que este tipo de reuniones en la Edad Media no fueran sino un residuo de la religión grecolatina.
- Pero resulta igual de interesante el fenómeno dualista que se surgió durante el siglo III d.C.: el maniqueísmo. Esta herejía consideraba que había dos fuerzas enfrentadas en el mundo: el bien, Dios, lo espiritual; y el mal, el Diablo, lo material. Cabe destacar, como fundamentado en este principio, el Catarismo, puesto que generó durante la Edad Media (siglo XIII) una cruzada en el propio territorio europeo, más concretamente en el Languedoc, y que finalizó con la expulsión de los albigenses de Carcasona.
Nota: Si alguno está interesado en la Cruzada Albigense recomiendo, como fuente de interés, leer la Canción de la Cruzada contra los Albigenses, un reflejo de la historia en el comienzo de la literatura que presenta a demás un «curioso debate» lingüístico por estar escrito en Languedoc, la lengua de Oc. ¿Os recuerda a algún idioma?
Romanticismo pictórico y literario 